La transición del modo de trabajo a la vida familiar no siempre es fácil, pero es esencial. Después de terminar mis tareas laborales, a menudo doy un pequeño paseo por el vecindario. Esta sencilla actividad me ayuda a despejar mi mente y cambiar mi enfoque de las responsabilidades profesionales al tiempo personal.
Uno de los aspectos más destacados de mi noche es la cena con mi familia. Nos reunimos alrededor de la mesa, compartimos historias de nuestro día y disfrutamos de una comida juntos. Es una rutina muy querida que refuerza nuestro vínculo y proporciona un sentido de unidad. Nos esforzamos por minimizar las distracciones, apagando nuestros dispositivos para estar completamente presentes entre nosotros.
Después de la cena, mi tiempo se divide entre ayudar a mis hijos con sus tareas y participar en actividades relajantes. El tiempo de tarea es una oportunidad para apoyar la educación de mis hijos y mantenerme involucrado en sus vidas académicas. También es una oportunidad para que resolvamos problemas juntos y para que yo imparta valiosas lecciones de vida.
Una vez que los niños se acomodan, me permito un poco de tiempo para mí. Aquí es cuando me dedico a pasatiempos que me apasionan. Ya sea leyendo una novela, trabajando en un proyecto de manualidades o practicando yoga, estas actividades brindan una salida creativa y una sensación de logro más allá de mis logros profesionales.
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